Cuando vemos a un perro cavar con insistencia o aullar sin motivo aparente, podría parecer simplemente una travesura o una reacción al entorno. Sin embargo, muchos de estos comportamientos tienen raíces profundas que se remontan a sus antepasados más cercanos: los lobos.
Lejos de ser simples manías, estas acciones son pistas claras de un pasado salvaje que sigue presente. A pesar de miles de años de domesticación, los perros mantienen algunos de los hábitos más antiguos de su linaje. Reconocerlos ayuda a entenderlos mejor y a convivir con ellos de forma más informada.
Aullidos, vueltas y escondites: rastros del lobo en casa
1. Aullar como si hablara con la luna
Los perros aúllan por ansiedad, comunicación o incluso imitación de sonidos. Este comportamiento viene de los lobos, que lo usaban para comunicarse a grandes distancias con otros miembros de su grupo. Aunque hoy no vivan en manada, los perros siguen usando este recurso instintivo.
2. Dar vueltas antes de acostarse
Muchos perros giran varias veces antes de echarse. Los lobos hacían esto para aplanar la vegetación o comprobar la seguridad del lugar. Aunque ahora tengan una cama cómoda, el gesto persiste.
3. Enterrar juguetes o comida
Ocultar objetos es común en los perros, y responde a un instinto de supervivencia heredado. Los lobos enterraban comida para guardarla y protegerla de otros animales o del clima.
Del lobo al perro: la transformación
La domesticación del perro comenzó hace más de 15.000 años. Algunos lobos menos agresivos se acercaron a asentamientos humanos buscando restos de comida. Esa relación se fortaleció con el tiempo, dando paso a los primeros perros domésticos.
Aunque se modificaron rasgos físicos y conductuales, no todo desapareció. Muchos comportamientos ancestrales permanecen, especialmente aquellos que no interfieren con la vida en sociedad o que incluso resultan útiles.
Instintos que sobreviven al entorno moderno
4. Olfatear compulsivamente todo
El olfato es la herramienta principal tanto de lobos como de perros. Reconocer rastros, detectar presencias cercanas o interpretar emociones ajenas son funciones heredadas que aún conservan.
5. Ladrar como forma de alerta
Aunque los lobos no ladran tanto, este comportamiento se reforzó en los perros como una forma de aviso útil para los humanos. Tiene base en la necesidad de señalar la presencia de algo inusual.
6. Perseguir objetos en movimiento
Ya sea una pelota o una sombra, el impulso por perseguir está ligado al instinto cazador. Aunque hoy no necesiten cazar para alimentarse, el reflejo sigue presente como una forma de estimulación y juego.
Entender su pasado para comprender su presente
La próxima vez que tu perro exhiba alguno de estos comportamientos, vale la pena recordar que muchos de ellos no son fruto del momento, sino herencias de un pasado salvaje. Entender su origen puede mejorar la convivencia y fortalecer la relación.

Aunque hoy viva en una casa y coma a sus horas, ese perro que te acompaña todavía conserva rasgos que compartió con sus ancestros en libertad. Y conocerlos ayuda a verlos con una mirada un poco más informada.







