Es difícil imaginar un hospital, una sala de urgencias o incluso una consulta médica sin la presencia de una jeringa. Y sin embargo, pocos se han detenido a pensar quién inventó las jeringas y cómo llegaron a convertirse en una herramienta indispensable para la medicina moderna. Lo que hoy vemos como un simple objeto de plástico con émbolo tiene detrás siglos de evolución, experimentación y descubrimientos que marcaron la diferencia entre la vida y la muerte en innumerables casos.
Detrás de cada pinchazo hay una historia fascinante que atraviesa civilizaciones antiguas, inventores curiosos y revoluciones científicas. Desde la necesidad de aplicar medicamentos directamente al cuerpo hasta la precisión quirúrgica de nuestros días, el recorrido de la jeringa refleja también la evolución del conocimiento médico.
Acompáñanos en este viaje a través del tiempo para descubrir quién inventó las jeringas y cómo este sencillo artefacto transformó la forma en que cuidamos nuestra salud.
Primeros usos: soplos y tubos en la antigüedad
Aunque el concepto moderno de la jeringa es relativamente reciente, su origen se remonta a la antigüedad. Ya en el siglo I d.C., el médico griego Herón de Alejandría describía instrumentos que funcionaban mediante presión de aire y agua, utilizando tubos para aspirar o inyectar líquidos. También se han encontrado referencias similares en antiguos textos indios y egipcios, donde se empleaban tubos huecos para fines médicos y cosméticos.
Estos primeros dispositivos no tenían émbolo ni aguja, y se utilizaban más como sistemas de irrigación o succión. En este punto, la idea de inyectar directamente al cuerpo aún no estaba completamente desarrollada, pero el principio básico —introducir o extraer fluidos con presión— ya estaba presente.
En otras palabras, la invención de la jeringa como tal no fue obra de una sola persona, sino una suma de ideas acumuladas durante siglos, hasta que las piezas correctas se unieron.
La jeringa moderna: un invento del siglo XVII
La gran transformación llegó en 1650, cuando el científico e inventor francés Blaise Pascal desarrolló los fundamentos de la presión hidráulica. Inspirado por sus estudios, el médico Christopher Wren (sí, el mismo famoso arquitecto inglés) experimentó con dispositivos que permitían inyectar sustancias en animales usando vejigas y tubos.
Pero fue el médico francés Jean-Baptiste Denis quien, en 1665, realizó las primeras transfusiones de sangre humanas—aunque primitivas y polémicas— usando instrumentos parecidos a las jeringas. A partir de ese momento, comenzaron a fabricarse dispositivos con émbolos de metal o vidrio, y la idea de una jeringa como instrumento médico comenzó a consolidarse.
En este contexto, quién inventó las jeringas se entiende mejor como una evolución colectiva, aunque se reconoce a Pascal y Denis como figuras clave en su desarrollo inicial.
Del vidrio al plástico: revolución en el siglo XX
Durante más de dos siglos, las jeringas fueron reutilizables, fabricadas en vidrio y metal, y requerían esterilización constante. No fue sino hasta la década de 1940 que se popularizó la jeringa de vidrio con émbolo de goma, un avance que permitió mayor precisión y comodidad.
Pero el verdadero salto llegó en 1956, cuando el neozelandés Colin Murdoch patentó la jeringa de plástico desechable, ligera y estéril. Este invento, al principio poco valorado por la industria médica, acabó transformando por completo la práctica sanitaria, reduciendo riesgos de infecciones y facilitando la vacunación masiva.
Así, en respuesta a la pregunta quién inventó las jeringas, Murdoch merece un lugar destacado por su aporte a la versión que usamos hoy día.
Usos actuales y evolución tecnológica
Hoy en día, las jeringas se han diversificado enormemente. Existen modelos para insulina, jeringas automáticas, sin aguja, precargadas y con sistemas de seguridad para evitar pinchazos accidentales. La tecnología también ha introducido microjeringas para intervenciones delicadas y sistemas computarizados que dosifican medicamentos con alta precisión.
Además, la pandemia de COVID-19 impulsó aún más su fabricación y distribución global, convirtiéndolas en símbolo de salud pública y esperanza.
La pregunta quién inventó las jeringas ya no se refiere solo al pasado, sino también a su constante reinvención para enfrentar los desafíos del futuro.
Conclusión: un objeto pequeño con un impacto enorme
La historia de las jeringas nos recuerda cómo los grandes cambios pueden venir en pequeños frascos. Lejos de ser solo una herramienta técnica, su existencia refleja una profunda búsqueda por aliviar el dolor, curar enfermedades y proteger la vida.
Desde los experimentos de Pascal y Denis hasta la innovación de Murdoch, quién inventó las jeringas se convierte en una pregunta con múltiples respuestas, todas conectadas por el mismo propósito: mejorar la salud humana.
Referencias
La increíble historia de las jeringas, o cómo los plásticos salvaron al mundo
ambienteplastico.com
muyinteresante.com