Es uno de esos fenómenos que todos hemos experimentado, pero pocos nos hemos detenido a cuestionar. Basta con sumergir las manos en agua durante unos minutos para que los dedos comiencen a parecerse a pasas arrugadas. ¿Por qué ocurre? ¿Es simplemente el agua “arrugando” la piel? ¿O hay algo más detrás de este curioso efecto?
Desde la infancia, el ritual del baño, la piscina o incluso lavar los platos viene acompañado de esta transformación temporal. Y aunque lo asumimos como algo natural, la ciencia tardó décadas en entender qué lo provoca realmente. Lo más interesante: la verdadera causa no es tan obvia como parece.
A lo largo del tiempo, esta arruga momentánea ha inspirado todo tipo de teorías, desde las más sencillas hasta las más extravagantes. Incluso hoy, sigue siendo tema de debate y asombro en los círculos científicos y médicos.
Teorías del pasado: de la absorción al capricho biológico
Durante años, la explicación más repetida fue que la piel se arrugaba porque absorbía agua. Según esta hipótesis, al estar en contacto prolongado con el líquido, las capas externas de la epidermis se hinchaban y, al no poder expandirse hacia afuera por completo, colapsaban hacia adentro en forma de pliegues.
Esta teoría parecía tener sentido… hasta que los científicos comenzaron a notar un detalle desconcertante: las arrugas solo aparecían en zonas muy específicas del cuerpo, como los dedos de las manos y los pies. Otras partes, como los brazos o el rostro, no reaccionaban de la misma forma, a pesar de estar igual de mojadas.
Algunos incluso llegaron a pensar que era una simple reacción pasiva del cuerpo, una especie de coincidencia evolutiva sin función clara. Pero esa explicación no convencía del todo. ¿Por qué algo tan localizado y repetido en todos los humanos no tendría un propósito?
La gran revelación: un mecanismo controlado por el cerebro
La clave del misterio llegó cuando se descubrió que las arrugas no eran un fenómeno pasivo, sino un proceso activamente controlado por el sistema nervioso. Cuando sumergimos las manos o los pies en agua, los vasos sanguíneos debajo de la piel se contraen de manera automática, lo que hace que la superficie se hunda en forma de surcos.
¿La prueba? Si se corta el nervio que llega a los dedos (por ejemplo, en personas con ciertas lesiones), las arrugas no aparecen. Eso indica que el cerebro da la orden, como si se tratara de una función programada y no un efecto colateral.
Y ahora lo más sorprendente: estudios sugieren que estas arrugas mejoran el agarre en superficies mojadas o resbaladizas, como los surcos de las llantas de un coche. En otras palabras, podría tratarse de una adaptación evolutiva que ayudaba a nuestros antepasados a no perder el equilibrio en terrenos húmedos o a sujetar mejor objetos bajo la lluvia.
Curiosidades que no quizá no sabías sobre este fenómeno
- Las arrugas aparecen más rápido en agua caliente que en agua fría.
- No todos los animales tienen este efecto. Es una característica bastante exclusiva de los primates.
- Las arrugas desaparecen naturalmente entre 10 y 20 minutos después de secarse, sin necesidad de hacer nada.
- Hay personas con enfermedades neurológicas que no desarrollan estas arrugas, lo que puede ser útil en diagnósticos médicos.
Una arruga con historia y propósito
Lo que parecía un simple capricho de la piel resultó ser un mecanismo complejo y adaptativo. Nuestros dedos se arrugan bajo el agua no porque se saturen de humedad, sino porque el cuerpo, sabiamente, prepara sus extremidades para enfrentar un entorno potencialmente resbaladizo.
Así, cada vez que notes tus dedos como pasas después de un baño, recuerda que esa arruga no es aleatoria: es una pequeña obra de ingeniería biológica que conecta el presente con millones de años de evolución.
Referencias
nationalgeographic.com.es







