En ciertos tribunales del mundo, especialmente en el Reino Unido, hay un detalle que suele llamar la atención de quien observa un juicio por primera vez: los jueces usan peluca. En plena era digital, ver a una figura de autoridad con una cabellera postiza blanca puede parecer fuera de lugar.
Esta práctica puede parecer extravagante, pero no es un simple accesorio teatral. Su uso responde a razones históricas que se mantienen vivas hasta hoy. Incluso en países que han dejado atrás muchas formalidades, la peluca sigue ocupando su lugar en los tribunales.
Y aquí comienza una historia que mezcla moda, jerarquía y un intento por mantener viva la imagen de la justicia imparcial.
Entre el respeto y la crítica
Hoy en día, el uso de la peluca judicial divide opiniones. Algunos sectores consideran que es una tradición valiosa que debe conservarse. Otros, en cambio, la ven como un elemento anticuado que genera distancia innecesaria entre el sistema judicial y la ciudadanía.
De hecho, varios países han optado por eliminarla. En Nueva Zelanda, por ejemplo, los jueces pueden decidir si usarla o no. En Canadá y Australia, se ha restringido su uso a ciertas ceremonias formales o casos específicos.
En Inglaterra, a pesar del debate, las pelucas siguen siendo comunes en tribunales penales, mientras que en los tribunales civiles su uso ha disminuido significativamente. En todos los casos, el debate gira en torno a cuánta tradición se debe preservar y cuánto cambio es necesario para acercar la justicia a la sociedad moderna.
Una moda que se volvió ley
Todo comenzó en Europa en el siglo XVII, cuando las pelucas se pusieron de moda entre la nobleza. Luis XIV de Francia, por ejemplo, popularizó su uso para ocultar su calvicie. Pronto, este accesorio pasó a ser un símbolo de estatus y refinamiento. Inglaterra no fue la excepción.
Durante esa época, los jueces y abogados comenzaron a usar peluca no por razones judiciales, sino para estar a la moda. Como muchos funcionarios querían mostrar que estaban a la altura de la alta sociedad, adoptaron esta práctica como parte de su vestimenta formal.
Con el tiempo, la peluca pasó de ser una excentricidad estilística a convertirse en un código de vestimenta institucional. Para finales del siglo XVIII, ya no era una moda pasajera: era parte del uniforme oficial de los tribunales.
Más que un disfraz
Aunque parezca simplemente un objeto llamativo, la peluca judicial cumple una función simbólica importante. Representa la continuidad del sistema legal, la seriedad del juicio y la separación entre la persona y el rol que cumple en el tribunal.
De hecho, muchos defensores de su uso sostienen que ayuda a crear una atmósfera de respeto y neutralidad. La peluca, en ese sentido, actúa como una especie de máscara profesional, que le recuerda al juez y a los presentes que no se juzga con emociones personales, sino desde una institución.
Por eso, a pesar de los cambios en la moda y en la sociedad, su uso persiste en algunos ámbitos del derecho, especialmente en el Reino Unido y en algunas excolonias británicas como Jamaica o Zimbabwe.
Una herencia visual del poder
Detrás de cada peluca judicial hay siglos de historia, de cambios sociales y de discusiones sobre el poder, la autoridad y la imagen que transmite la ley. Aunque pueda parecer un detalle menor, este accesorio ha sobrevivido a guerras, revoluciones y reformas legales.
En una época donde la imagen importa tanto como el mensaje, la peluca sigue enviando una señal clara: aquí no habla una persona, habla la justicia. Es una tradición que, para bien o para mal, ha sabido resistir al tiempo.
Tal vez por eso, en un mundo que cambia a toda velocidad, ver a un juez con peluca nos recuerda que algunas instituciones se aferran a sus símbolos para mantener su autoridad intacta. Incluso si eso significa llevar en la cabeza una pieza del siglo XVII.
Referencias
Este rey francés llevó el cabello masculino a nuevas alturas e impuso las pelucas
nationalgeographicla.com
judiciary.uk







